Dr. Lang

Cirugía de la columna: ¿puede prevenirse con terapia y ejercicio físico?

 

La cirugía de la columna vertebral es a menudo considerada como un último recurso para tratar afecciones graves y crónicas de la espalda. En muchos casos, se intenta primero un tratamiento conservador, que incluya terapia física y ejercicio, para aliviar el dolor y mejorar la función de la columna vertebral. 

Aunque la terapia y el ejercicio físico pueden ser eficaces para prevenir la progresión de ciertas afecciones de la columna –como la degeneración discal o la estenosis espinal–, su capacidad para evitar por completo la necesidad de cirugía varía según la gravedad y la naturaleza específica de la afección. 

En algunos casos, la terapia y el ejercicio pueden ayudar a fortalecer los músculos alrededor de la columna, mejorar la flexibilidad y aliviar la presión sobre los nervios, lo que puede reducir la necesidad de intervención quirúrgica. Sin embargo, en casos más graves o complicados, la cirugía aún puede ser necesaria para corregir problemas estructurales o aliviar el dolor que no responde al tratamiento conservador. 

En cualquier caso, es importante consultar a un profesional de la salud calificado para determinar el enfoque más adecuado para el manejo de una afección específica de la columna vertebral.

Alternativas a la cirugía de columna

Cuando la cirugía de columna no es una posibilidad o no es viable, existen otras opciones a considerar. Estas alternativas a las intervenciones quirúrgicas de la columna incluyen terapias con inyecciones, enfoques especializados de fisioterapia y ejercicios, así como medicina complementaria.

La mayoría de los tratamientos diseñados para aliviar el dolor de espalda se enfocan en abordar la región anatómica específica responsable del dolor. Sin embargo, algunas terapias, como las técnicas mente-cuerpo, están enfocadas en capacitar la mente para enfrentar el dolor al reducir el estrés general y fomentar la relajación.

La fisioterapia es otra alternativa a la cirugía de columna. Está enfocada en mejorar el funcionamiento de los tejidos blandos y las articulaciones, promoviendo así la resiliencia de los tejidos, la fuerza muscular y la resistencia.

Los fisioterapeutas pueden emplear tratamientos de ejercicio más específicos y de alta intensidad, adaptados al grado de deterioro de la columna. Dependiendo de las lesiones, se pueden recomendar sesiones más prolongadas que pueden durar entre 1 y 2,5 horas, realizadas de 2 a 3 veces por semana.

Otra técnica que puede considerarse como una alternativa a la cirugía de columna es la manipulación espinal. Se trata de una técnica que aborda el dolor de espalda mediante la aplicación de fuerza controlada a las articulaciones de la columna. Su propósito es restaurar la integridad estructural de la columna, disminuir el dolor e iniciar los procesos de curación naturales del cuerpo.

Otra alternativa puede ser la terapia mente-cuerpo, enfocada en enseñar a la mente a estar más conectada con el entorno y las experiencias del individuo. A su vez, muestra cómo estas pueden influir en los niveles de dolor corporal. Las técnicas mente-cuerpo abarcan ejercicios de respiración profunda, meditación, visualizaciones guiadas y terapia cognitivo-conductual.  Pueden ser efectivas para relajar los músculos y, en cierta medida, aumentar la sensación de control sobre el dolor.

 

Lumbalgia y cirugía de la columna

La lumbalgia, o dolor en la parte baja de la espalda, es una dolencia común que lleva a muchas personas a buscar atención médica. Averiguar las causas del dolor de espalda y si la cirugía es una opción útil es crucial para la toma de decisiones informadas.

Aunque la cirugía puede ser efectiva para aliviar algunas causas del dolor de espalda, suele ser considerada como una última opción. En la mayoría de los casos, el dolor de espalda tiende a mejorar por sí solo en un plazo de tres meses.

Cuando otros tratamientos no logran brindar alivio y el dolor es incapacitante, la cirugía de espalda puede ser considerada como una opción viable. Algunas de las condiciones que pueden llevar a la consideración de una intervención quirúrgica incluyen la presencia de espuelas óseas y hernias de disco en la columna vertebral.

Es importante tener en cuenta que muchas personas que sufren dolor de espalda también experimentan dolor en una pierna. Esto puede deberse a nervios comprimidos en la columna vertebral, causados por problemas como hernias de disco o crecimientos óseos excesivos debido a la osteoartritis.

Sin embargo, determinar la causa exacta del dolor de espalda puede ser complicado, incluso si se identifican problemas en los discos o espuelas óseas en pruebas de diagnóstico por imágenes. En algunos casos, las anomalías observadas en estas pruebas pueden no ser la fuente del dolor y pueden no requerir tratamiento.

Tipos de cirugías de columna

Existen varios tipos de cirugías de columna, cada una diseñada para abordar diferentes afecciones. Estos incluyen la discectomía –para extirpar partes herniadas del disco–, la laminectomía –para hacer más espacio en la columna vertebral–, la fusión espinal –para tratar la artritis– y el implante de discos artificiales –para reemplazar los discos dañados–.

Antes de tomar la decisión de someterse a una cirugía de espalda, es recomendable buscar la opinión de un especialista calificado. El dolor de espalda y pierna puede ser un asunto complejo que requiere una evaluación minuciosa y un enfoque multidisciplinario para el diagnóstico y tratamiento adecuados.

Quién no es candidato para una cirugía de columna

Saber quién no es un paciente adecuado para someterse a una cirugía de espalda está determinado por sus médicos. Es el personal de salud quien debe encargarse de la evaluación de factores individuales. Por ejemplo, la salud general del paciente, condiciones médicas preexistentes y su disposición para realizar los cambios en el estilo de vida necesarios para obtener los mejores resultados.

Expertos aseguran que hay ciertas condiciones preexistentes que pueden descartar a una persona como candidata para la cirugía. Vivir con un trastorno hemorrágico, osteoporosis grave o tener un mayor riesgo de infección, por ejemplo, podrían ser factores que excluyen la posibilidad de una cirugía de espalda.

Además, aseguran que los pacientes deben estar dispuestos a cambiar su estilo de vida si es necesario después de la cirugía. Esto puede implicar dejar de fumar, perder peso y hacer cambios en la dieta. Si el paciente no puede realizar los cambios necesarios para que una cirugía de espalda tenga éxito, es probable que no sea un buen candidato para este tipo de intervención.

 

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