La fractura vertebral es una lesión que ocurre comúnmente como resultado de impactos de alta energía, como accidentes automovilísticos, o debido a impactos de baja energía en personas con osteoporosis. Por lo general, estas fracturas ocurren debido a un trauma significativo, aunque en casos de huesos debilitados por osteoporosis, incluso un esfuerzo leve o una carga pueden causar la fractura.
El tratamiento de una fractura vertebral puede variar y dependerá de la evaluación realizada por el médico tratante. En ocasiones, una fractura aguda puede ser manejada de manera conservadora, pero también puede requerir intervención quirúrgica desde el principio. Esto se considera especialmente cuando hay síntomas neurológicos, inestabilidad radiológica o dolor incapacitante asociado.
Es importante tener en cuenta que es frecuente que las fracturas vertebrales provoquen un intenso dolor. Además, pueden ocasionar una disminución en la calidad de vida al generar molestias durante la realización de actividades cotidianas como caminar, agacharse o levantar objetos.
Si la columna se mantiene estable y el dolor es manejable, en el tratamiento de la fractura de vértebras generalmente se opta por un enfoque conservador que incluye medicación oral, el uso de ortesis como una faja y reposo relativo. Sin embargo, si después de varias semanas o meses el dolor persiste sin control, se puede recomendar una intervención como la cementación vertebral percutánea mediante vertebroplastia o cifoplastia. Este procedimiento tiene como objetivo estabilizar el hueso fracturado y actuar sobre las terminaciones nerviosas para aliviar el dolor.
En casos donde una o varias cementaciones vertebrales no logran estabilizar adecuadamente la columna, puede ser necesario recurrir a la osteosíntesis, que implica el uso de barras y tornillos. Este tipo de tratamiento puede realizarse de forma abierta o percutánea, dependiendo de la situación particular de cada paciente.
La mayoría de las fracturas por compresión suelen sanar por sí solas, aunque este proceso puede ser gradual. Por lo tanto, el enfoque inicial para las fracturas vertebrales generalmente es no quirúrgico. Puede incluir lo siguiente:
En casos específicos de dolor lumbar intenso o fracturas que afecten la integridad estructural de la columna vertebral, puede ser necesario recurrir a tratamientos quirúrgicos. Inicialmente, se pueden llevar a cabo procedimientos mínimamente invasivos, tales como:
Los pacientes que sufren una fractura vertebral suelen experimentar un dolor agudo e inmediato después del traumatismo. Solo alrededor de un tercio de los pacientes no presentarán síntomas a pesar de la fractura.
El dolor asociado con una fractura vertebral suele ser constante y sordo, pudiendo irradiarse hacia el área abdominal. Por lo general, este dolor tiende a disminuir después de unas 4 semanas y suele desaparecer por completo en un lapso de aproximadamente 12 semanas.
Cuando se fracturan múltiples vértebras, ya sea debido a osteoporosis o a un traumatismo de alta energía, la columna vertebral puede sufrir una pérdida de altura, lo que puede resultar en una postura encorvada o cifosis.
Los individuos afectados pueden tener dificultades para mantener una postura erguida, así como para realizar actividades como agacharse, levantar objetos o caminar.
El diagnóstico de una fractura vertebral se puede realizar inicialmente mediante radiografías simples (Rayos X), aunque suele complementarse con una tomografía computarizada (TAC) o resonancia magnética para una evaluación más detallada del hueso y los tejidos circundantes –incluyendo el edema vertebral y el canal vertebral–, y para descartar otros posibles procesos.
En casos donde se sospecha o se confirma que la fractura puede ser causada por osteoporosis, se suele complementar el estudio con una densitometría ósea y análisis de sangre para evaluar la salud ósea y determinar la necesidad de iniciar un tratamiento para mejorar su calidad.
La aplicación de tratamientos preventivos en pacientes con factores de riesgo conocidos, como la osteoporosis, puede ser fundamental para reducir la incidencia de fracturas vertebrales en el futuro.
La anatomía de la vértebra comprende un conjunto de estructuras que conforman la columna vertebral, compuesta por elementos tanto rígidos –las vértebras– como elásticos – los discos intervertebrales–.
Las vértebras se dividen en cuatro tipos principales:
Anatómicamente, las vértebras comparten ciertos elementos comunes:
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